10/13/2010

Dicen que soy peligroso (Efrén Minero)

   Todo empezó en diciembre de 1964. ¿Por un misterioso toque mágico o divino? ¿Por ósmosis? ¿Por destino manifiesto? No sé. Mis futuros congéneres llegaron mezclados con cacahuates, colación y silbatos en las canastitas de aguinaldos y se hicieron permanentes en cada una de mis meriendas infantiles. No es fácil vivir la vida con una anomalía de esta naturaleza.

  Estos señores me consideran un caso especial y, cosa que me molestaba al principio y ahora me da risa, dicen que todo está bien, que me relaje, que me deje ser, que ellos van me van a ayudar. Quieren engañarme estos nietos de Hipócrates, hijos de Freud y de su venerable mamacita. Suponen que me tranquilizan fingiendo aceptación. Apenas se van los que quieren practicarme pruebas, "test" dicen mostrando extranjerismo. Me obligan a ensamblar figuras geométricas d emadera, me piden que les hable d emi infancia, me dan pastillas o me inyectan. Hubo uno que quizo hipnotizarme. Si todo es muy simple: soy lo que soy y es todo. No me importa si es un caso de transmutación, de evolución genética anómala o de que, cuando nací, el horno estaba en su punto. Es inútil que pretendan engrosar mi expediente buscando en mi niñez traumas o problemas familiares. Fui un niño normal.
   Todavía recuerdo cuando la sensación de tomar conciencia de ser lo que soy me asaltó por primera vez.Estudiaba el segundo año de secundaria y en las tardes jugaba con mis futbolistas de plástico que, originalmente, no eran jugadores, sino soldaditos y astronautas que venían de obsequio en als cajas de gelatina en polvo: vikingos, indios piel roja y vaqueros encontrados en las cajas de corn flakes -detesto los extranjerismos pero "hojuelas de maíz" se oye muy nacionalista-, caballitos, canguros, el conejo Bugs y el lobo melquiades y todo lo que estaba a mi alcance; pero yo, con paciencia, los convertía en delanteros, mediocampistas, porteros y defensas; me valía de un pincel y de botellitas de pintura para aviones, barcos y autos escala. Tal vez mi propia configuración trastocada me impulsó a usar als cosas para fines distintos a los que estaban destinadas. En lugar de pintar mis avioncitos -mi papá siempre me regaló aviones-, utilizaba la pintura para crear uniformes del Atlas, del Veracruz, de Los Gatos Rojos de Cazula. También armaba los aparatos voladores, sólo que nunca adornaron mi librero, sino que me conseguía un rollo de cuetes, los sujetaba en paquetitos de fuselajes y los hací explotar, despedanzando lo que por horas construí.

   Fundé una liga con quince equipos, unos tomados del campeonato mexicano y otros que me permití crear. Me las arreglé para cosntruir con papel cascarón un estadio de futbol con las dimensiones adecuadas a mis necesidades. Los personajes que no tenían dotes futbolísticas me servían como espectadores. ¿y el balón? Botones. Utilicé decenas, mi abuelo nunca supo por qué o cómo desaparecían los de sus camisas. Llevé  minuciosas estadísticas, tablas de posiciones, listas de goleadores y cada temporada elegía a los más destacados en sus puestos. Aún conservo todo el papeleo que, con mis futbolistas, llena seis cajas de zapatos Canadá que deben estar en la parte alta del ropero de mi cuarto, allá en mi casa. Culminé mi obra organizando una selecion nacional. Pasé horas en la soledad de ese cubo con ventanas y puerta, mi cuarto, anotando goles, evitándolos, ganando, empatando o perdiendo partidos, coronando equipos, haciendo alineaciones, mientras mis hermanos jugaban en el patio de la casa o salían a la calle para gacerlo con los niños del barrio. Pobrecitos: jugaban partidos ridículos de a veinte centavos por cabeza y yo dirigía una liga completa de futbol. Era el ser omnipotente que guiaba los juegos, el Gran Espíritu que otorgaba habilidad a X figura, era el poder y el azar que determinaba que qué portería se incustaría "la de gajos".

   Un día redacté una carta dirigida a la FIFA, en ella le pedía al presidente de esa organización, Sir Stanley Rous, que aceptara mis disculpas por atreverme a crear una liga pirata; pero le decía que había recapacitado y que deseaba ser aceptado como miembro de esa federación o, por lo menos, ser reconocido como miembro honorario. Le pedí mi ingreso a la CONCACAF. Saque copias fotostáticas de mis valiosas estadísticas porque pensaba envíarselas como anexo. Traduje la misiva al inglés -todas las tardes mi abuelo me daba clases de ese idioma, y, si bien nunca lo he hablado, puedo escribirlo y leerlo-, y agregue una P.D. excusándome ante el Sir, seguramente todo un gentleman, por lo que yo sabía era un burdo inglés gringo, muy por debajo de la pulcritud y fineza del inglés de la isla. Entonces me llegó por primera vez la sesación que te digo, y todo lo relativo a esa correspondencia se suspendió. Mis compañeros de la secundaria -nunca tuve amigos, ni siquiera tú, que me conoces de tantos años atrás, lo eres-, también jugaban futbol, sus banales partidos en los que no llevaban cifras ni datos, no tenían uniformes ni podían decidir a capricho los resultados; cazaban sus primeras novias, fumaban sus primeros cigarrillos, colillas que recogían en las banquetas; y en general perdían su tiempo estúpidamente, en tanto yo iba de campeonato en campeonato y despedazando los aviones más sofisticados. Las niñas nunca se interesaron por mi, enclenque y flacucho. Llegué a enamorarme de una compañera que, pensandolo bien, era tan enclenque y feucha como yo. No mostró interés en mí y opté por realizar matrimonios a mi gusto. Entre mi colección de figuritas de plástico no faltaba que Vilma Picapiedra, que la ratona Mimí, que la pequeña Lulú, entre otras, y las casé con mis jugadores estrellas, previo noviazgo apasionado. Esto me complicó la situación, pues me vi en la necesidad de hacer maquetas de casa habitación para darles un hogar, que incluía un autito metálico a escala en la puerta. En realidad el problema vino porque tuve que diseñar toda una ciudad en un pliego completo de papel cascarón; eso hizo pensar a mi padre que yo debía estudiar arquitectura. No era un mal estudiante, de hecho mis maestros me consideraban inteligente y no se explicaban mi apatía. Mis calificaciones eran bajas, y cómo no habían de serlño si cada tarde, en casa, me esperaban intensas emociones futboleras. la escuela me aburría. Nada de lo que aprendí lo obtuve en los salones de clases. Sabes que soy un lector voraz y te conté que mi abuelo me enseñó a leer y escribir. La escuela me resultaba un martirio que, aprendí pronto, era posible paliar recitando  de memoria los capítulos  que los n profesores deseaban. Mi padre, para colmo de males, era el director del colegio y quería que subiera mi promedio. Yo sólo quería salir bien librado y con suficiente energía para disputar mis partidos. Pensé que pasaría toda la vida inmiscuido en mi liga personal de futbol... pero una tarde en la que, recuerdo bien, jugaba mi Puebla versus mi Bolonia F.C. y el marcador se encontraba empatado dos tantos, con goles de vikingo-plateado-10 y soldado medieval-amarillo-12 por los poblanos y astronauta-Armstrong-9 y capitán-negro-11 por los otros -todos mis jugadores, alrrededor de doscientos, tenían nombre y número. El nombre lo definía según su aspecto y función original, el número lo colocaba según su posición den el terreno de juego-; corría el minuto seis de la segudna parte -jugábanse dos tiempos de diez minutos cada uno con tres de descanso y cambio de cancha- cuando llegó a mi, por primera vez, esa sensación. Duró segundos; pero mi vida cambió y poco a poco la sensación se hizo constante y me di cuenta de que sufría un cambio ¿morfológico?

   "Siemrpe recomiendo utilizar el método clásico para obtener oxígeno: hay que poner en un tubo de ensayo uno o dos gramos de clorato potásico. Luego, tomen el tubo con la pinzas y flaméenlo, caliéntenlo fuertemente hasta que susbtancia se funda, entonces introduzcan una pajita en ignición sin retirar el tubo de la flama. Observen lo que pasa". "Julio es un mes de alta nubosidad. La precipitación pluvial también es elevada". "Estando la cansína en parte en suspensión en la leche, hace que ésta se más o  menos viscosa; de igual manera produce los mismos efectos la materia grasa. La temperatura influye grandementeen la viscosidad". Cosas así les digo a los hombres de blanco cuando me examinan. Las anotan ciudadosamente y cuchichean entre sí. Pendejos.

   Primero traté de hacerles comprender. Lo intenté en serio; mas, ante su tosudez, me cansé y preferí decir cosas sueltas que les parecían "interesantes, sintomáticas y patológicas". insisten en hurgar en mi breve pasado. No encontrarán nada. No sé que les contaría mi padre, tú lo conoces, sabes que es capaz de inventar cualquier cosa; pero así es él, al menos le debo agradecer eternamente que todas las decisiones de mi vida - la excepción es la liga de futbol- las haya tomado él, de esa manera me ahorró muchas viscisitudes.

   Así que no encontrarán nada en mi pasado que les sirva por más que le busquen. Todo sería tan simple si aceptaran mi naturaleza, pero esos desgraciados no tienen la menos intención de hacerlo. Sé que ya no puedo andar por las calles como un individuo común, pero mentalmente soy convencional. mi problema es orgánico, cuestión de levadura nada más.

   Cuando me quedo solo en esta reducida habitación sin ventanas en la que estoy almacenado, recuertdo mis días de infancia. Fui un niño tímido y solitario... estaba solo... mi padre me presionaba pero lo hacía por mi bien... lo hacía por mi bien... Obligó a los abuelos a darme cada noche un tazón de café con galletas de animalitos por mi bien... todo lo hacía por mi bien. Dormía en mi camita con cabecera de pato Donald junto a mi gatito de peluche, mi conejo de goma...mi gato de peluche... Extraño mi cancha de futbol, mis equipos, mis campeonatos suspendidos indefinidamente; los aviones a escala destrozados; al abuelo en su estación meteorológica tomando la lectura del barómetro o mostrándome las clases de nuves que hay o revisando el nivel de humedad. me parece verlo preparando el material para las prácticas de química en el laboratorio donde era auxiliar; oírlo explicarme el proceso para elaborar quesos y mantequillas... Fueron días tristes los de mi niñez.

   No sé si soy un experimento de un ser poderoso o únicamente parte de un experimento menor que incluye a los médicos, a mi padre y a ti. No sé nada. Estoy perdido en una calina sofocante. ¿Es tan díficil para lso dosctores aceptar mi anomalía y dejarme en paz? Yo regresaría a mi casa...el abuelo ah muerto, pero creo que mi padre habrá respetado la privacidad de  de mi cuarto y mis equipos de futbol seguirán sobre mi ropero.

   Dicen que soy peligroso... Confieso que he agredido a inoportunos golosos, pero, entiéndeme, se trataba de salvar mi vida, luchaba por sobrevivir a pesar de mi sabrosa condición. Cualquiera de estos galenos, ascépticos y conspicuos, no actuaría de manera diferente si su vida estuviese en riesgo.

   Dicen que soy peligroso... pero si maté a esos individuos con la pistola que mi abuelo guardaba en su escritorio, fue en defensa propia, querían devorarme. Si tú fueses, como yo soy, una pobre galleta de esas de animalitos y se avalanzaran sobre ti con intención de comerte, de tener un arma, también habrías disparado...

Minero, Efrén.
"Dicen que soy peligroso" en Una Inmensa Legión de fantasmas.  Plaza y Valdés, México.
Foto: Sin nombre. Tomada de Saborearte Entusiasma

5 comentarios:

Diego Pedro dijo...

Hola! Pero qué agradable encontrar esto :D me llamo Diego Pedro, soy hijo de Efrén Minero. Un saludo muy caluroso!

Nix Galith dijo...

¡Que chiquito es el (ciber)mundo!

No se que decir...
Justamente hoy acabe oficialmente de leer el libro. Lo amé. Y me pone a pensar que si no fuese por unas cuantas casualidades, jamás me hubiera enterado si quiera de su existencia.
Ojalá éste pequeño espacio sirva para darle aunque sea un poquito más de difusión al trabajo de tu padre.

Saludos!! :)

VOCES VACIAS dijo...

ES EFREN MINERO CRUZ... ESPERO QUE SI QUE ORGULLO EL FUE MI MAESTRO DE DIBUJO EN EL CBTIS, DONDE PUEDO ENCONTRAR SUS LIBROS MNE HAB HABLADO YA DE ELLOS

VOCES VACIAS dijo...

ES EFREN MINERO CRUZ... QUE ORGULLO FUI SU ALUMNO DE DIBUJO EN EL CBTIS..- ME HAN HABLADO DE SUS LIBROS OJALA PUEDA SABER DONDE LOS CONSIGO GRACIAS Y FELICIDADES ES UN GRAN ESCRITOR

Nix Galith dijo...

Pues.. en cuanto a los libros, estoy en las mismas que tu.
Este cuento viene en uno llamado Una Inmensa Legión de Fantasmas, bajo la editorial Plaza y Valdes.
Pero no se más... vi la editorial en la feria del libro, y supongo haciendo contacto con ella se pueden localizar más ejemplares.
De hecho transcribí el cuento de un ejemplar prestado y que fue encontrado por mera casualidad :P

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