Echó a andar y se detuvo en la entrada de la aldea, desde donde pidió que fueran a buscar a su madre y se lo contó todo. Ella le encontró excusas, culpando del fracaso a la injusticia de los jugadores, y le infundió algo de aplomo, encargándose de arreglarlo todo. El señor Bovary sólo se enteró de la verdad cinco años después; la verdad era ya tan vieja que la aceptó, ya que no podía creer que un hombre nacido de él fuera tonto.
Flaubert, Gustave.
en Madame Bovary, Pág. 6. Porrua, México.
en Madame Bovary, Pág. 6. Porrua, México.