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En verdad; ¡Gracias! Por que sin lector alguno, esto no tendría sentido. :D
Como Agua de Lluvia - Silvia Molina
Cuando regresaron del teatro, Alberto dijo que no tenía hambre y se fue a la recámara. Isabel creyó que a dormir y respiró hondo, tratando de relajarse y no sentir la tensión que le provocaba se casa los últimos meses. Mientras dejaba que la angustia se le fuera acomodando en elestómago y para no enfrentarla de golpe, fue a darle las gracias a la vecina por haber dormido a los niños. Alberto rechazaba la ayuda de una sirvienta a pesar de las súplicas de Isabel que, desde que habían dejado el apartamento de la colonia Del Valle y se habían mudado a la casa en condominio, no hacía otra cosa que decir cuánto la necesitaba, aunque la casa no era muy grande.
Estaban tan cerca del canal de Cuemanco que desde la ventana de la sala podía verse, a lo lejos, el espejo de agua; y, sobre todo, podían descubrirse las tierras sembradas de maíz a las faldas de la Sierra de Xochitepec. Vivían dentro de la ciudad, todavía, como en el campo.
Cuando entró con la llave que le había dejado a la vecina, estaba tan obsesionada con la misma pregunta que se hacía todos los días desde hacía meses —por qué su matrimonio había dado ese giro— que se quitó el abrigo, lo aventó al sillón y caminó hacia la cocina, instintiva, automáticamente. En realidad tampoco estaba
hambrienta, pero no quería estar cerca de Alberto. Tendría que decirle algo después de la obra de teatro: era imposible no hacerlo. Ahora sí podría: estaba segura.
Hasta pensó que la salida había sido una jugada de Alberto, que la había sacado para no tener que decirle nada él mismo, para que ella lo obligara:
—Alberto...