3/01/2010

Piedras y Pan (Mauricio López)

Llevo tres días sin dormir, bueno, los que parecen ser días, aquí, cada tarde es de distinto color: morada, azul, roja. Las mañanas se llenan de neblina espesa que huele a muerto. No he podido dormir por el miedo, los demás que llegaron conmigo no soportaron el cansancio que provoca la muerte, se quedaron dormidos y pronto sus cuerpos se transfiguraron en algún objeto del lugar, en una piedra, un pedazo de muro, un monton de polvo en el suelo, un pan, una silla. Pero yo, con mis ojos pesados, sentado sobre una banqueta junto a una niña de cabellos rojos, estoy esperando ver pasar mi cadáver.


Cuando llegué aquí, un anciano que traía puesto un sombrero café muy limpio y un trajecito bien planchado me dio una hoja de papel que en la parte de arriba con letras grandes decía: CUIDADO y después explicaba algunos detalles de este lugar.

Dice que el alma llega cuatro o cinco días antes que el cuerpo a este pueblo de mierda, pero que uno debe permanecer atento porque los cadáveres pasan rápido, asustados corren entre las calles empedradas y luego salen huyendo del pueblo, dice que a veces se pierden en el bosque de las montañas, esas dos montañas que se ven allá supongo, y algunos cavan hoyos progundos y ahí se quedan a pudrirse, pero otros se niegan a marcharse de aquí y combaten a sus propias almas, los muy cabrones forman grupos que se cuidan mutuamente y cuando sus almas se acercan les tiran piedras, y conocen tan bien el bosque que se pierden entre los árboles. ¡Hijo de la chingada!, ahí va mi cuerpo y el muy cabrón va corriendo como nunca lo hizo en vida.

El cuerpo de Pastor Guerrero entró al pueblo luego de haber sido encontrado en el Km X de una carretera X. Este pueblo entre la vida y la muerte, entre el sueño perfecto y la realidad dura. El cuerpo iba corriendo, daba zancadas largas y en el rostro llevaba el espanto, una respiración profunda, los labios secos y la mirada alerta, los ojos bien abiertos que se desparramaban intermitentemente en distintos puntos de su trayectoria. El alma de Pastor Guerrero se levanta de la banqueta, primero observa con cierta minuciosidad a su cuerpo mientras corre, luego decide ir detrás de él con un andar más sereno pero apresurado. Pastor Guerrero persigue al cuerpo mientras corre por dos o tres calles, hasta que el cuerpo asustado se va adentrando poco a poco en la línea verde que forman los árboles en la montaña y un montón de cuerpos, de hombres y mujeres salen de entre la suave oscuridad y le tiran piedras al alma de Pastor Guerrero. Cabrones, ustedes no se metan, ese culero tiene que venir. Y mientras dice esto se va detendiendo sin quitarle la vista de encima a su cuerpo que se adentra en el bosque sin mirar hacia atrás. Hijo de su puta madre. Sin embargo el alma de Pastor Guerrero se queda tranquila y hasta hace una mueca con los labios que parece ser una sonrisa. Pus si, como no iba a correr, si siempre fui bien terco. Después de permanecer unos minutos sentado cerca del bosque, esperando que su cuerpo saliera, decide regresar al pueblo que ha empezado a mostrar un atardecer verdoso.

Pastor Guerrero se sienta al filo de la banqueta y otra vez hace todo lo posible por que sus ojos no se cierren a causa del sueño, que le hace sentir como si cargara un árbol en cada párpado. En el pueblo todo sigue igual, algunas almas persiguiendo a los cuerpos, algunso cuerpos cavando hoyos, otros platicando, cuerpo y alma discutiendo que es lo mejor y otros, los más débiles se tiran en algún rincón y sin esperar a su cuerpo se convierten en piedras y pan.

La niña de cabellos rojos, anduvo persiguendo a su cuerpo toda la tarde, al principio parecía un juego pero luego se tornó triste, una escena abrumadora de la muerte. Ahora, la niña un poco triste y un tanto furiosa se acerca a Pastor Guerrero y sin decirle nada le acomoda tres bofetadas con uan desesperación que se percibe en sus manos calientes y temblorosas. Pastor Guerrero la aprieta entre sus brazos. Tranquila, ¿Qué pasó?, ¿Qué tienes? La niña intenta controlar su llanto, respira profundo y le llegan esos pequeños espasmos que les dan a los niños cuando lloran. Su cuerpo señor, el cuerpo que usted perseguía en la tarde le ayudó a mi cuerpo a cavar un hoyo y luego lo enterró. Pastor Guerrero aprieta la quijada y pasa las palmasde sus manos sobre su rostro, después abraza a la niña que ha dejado de llorar, le da un beso en la frente y permanece así hasta que la niña se queda dormida y se convierte en un pedazo de pan que Pastor Guerrero deja en el piso con mucho cuidado. Después empieza a caminar sofocado por sus pensamientos y por la reacción que su cuerpo tuvo.

Pasan dos días sin que el alma de Pastor Guerrero sepa algo de su cuerpo rebelde. Por las noches, los cuerpos que tienen hambre bajan del bosque y se comen los pedazos de pan que hay en el pueblo, algunos se dan por vencidos y buscan su alma para marcharse de aquí, pero el cuerpo de Pastor Guerrero no ha bajado a buscar pan, ni a pedir perdón y largarse de aquí, su alma espera pacientemente en als afueras del bosque.

Al tercer día por la noche, el cuerpo decide bajar, el alma de Pastor Guerrero lo alcanza a distinguir y lo persigue furiosamente. Luego de un rato el cuerpo no puede más e intenta regresar al bosque, pero esta vez no llueven las piedras, todos están buscando pan. El alma de Pastor Guerrero se detiene, parece que se olvida de su propio cuerpo y camina hacia un árbol, en donde esta la niña de cabellos rojos, llorando, con las rodillas junto al pecho. Señor, ayúdeme no encuentro mi alma. Pastor Guerrero le acaricia la cabeza. Perdóname niñita soy un pendejo. Él, camina de regreso al pueblo para dormir.


López, Mauricio.
"Piedras y pan" en Zombies. Resucitados y otros seres extraños. Editorial Goliardos, México.

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