Cuando nació mi Tristeza, la atendí con mil cuidados, y la mimé con amorosa ternura.
Así creció mi Tristeza, fuerte, hermosa y llena de múltiples y maravillosas gracias.
Los dos nos amábamos, mi Tristeza y yo amábamos al mundo que nos rodeaba. Mi querida tristeza era, de noble y bondadoso corazón, y el mío también lo era, cuando estaba lleno de tristeza.
Cuando platicabamos, mi tristeza y yo, los días nos resultaban alados y nuestras noches se engalanaban de sueños, porque mi tristeza era elocuente, y yo a mi vez era de lengua elocuente con ella.
Cuando cantábamos juntos, mi Tristeza y yo, los vecinos se sentaban a la ventana para escucharnos; ya que nuestros cantos eran tan profundos como el mar, y nuestras melodías se llenaban de lejanos y extraños recuerdos.
Cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo, la gente nos miraba amablemente, y murmuraban con mucha delicadeza y dulzura
Tampoco faltó quien nos envidiara, pues mi tristeza era muy noble, y yo sentía mucho orgullo de mi Tristeza.
Pero un día murió mi Tristeza, y como cualquier ser viviente me quedé solo, muy solo con mis reflexiones.
Ahora, cuando hablo, las palabras suenan pesadas en mis oídos. cuando canto, ya no escuchan mis vecinos en sus ventanas mis cantos. Cuando camino solo por la calle, nadie me mira ya.
Sólo en mis sueños escucho voces que me dicen compadecidamente: "Mirad; allí yace el hombre al que se le murió la tristeza".
CUANDO NACIÓ MI ALEGRÍA
Cuando nació mi alegría, la alcé en mis brazos amorosos y dije: "¡Venid, vecinos! ¡Venid a ver! Hoy me subí con ella a la azotea de mi casa y grite: Ha nacido mi Alegría; vengan a contemplarla, vean este sonriente ser que se alegra bajo el sol".
Y ningún vecino acudió a ver mi Alegría, y me sorprendió mucho. Así todos los días, durante siente noches pproclamé el nacimiento de mi Alegría desde la azotea de mi casa, y nadie quiso escucharme, y nos encontramos solos, mi Alegría y yo, sin nadie que nos visitara.
Después, mi Alegría palideció y se enfermó de hastío, por que yo sólo gozaba de su belleza, y sólo mis labios besaban sus labios. Y mi Alegría murió, de soledad y aislamiento.
Ahora sólo recuerdo mi muerta Alegría al recordar a mi Tristeza también muerta.
Pero el recuerdo es sólo una hoja de Otoño que suavemente susurra un instante fugaz en el viento, y luego no vuelve a escucharse más.
Gibran, Khalil.
"Capitulo XXXIII" y "Capitulo XXXIV" en El Loco.
"Capitulo XXXIII" y "Capitulo XXXIV" en El Loco.
2 comentarios:
que bonito fragmento :)
Saludos :D
Publicar un comentario