2/02/2010

Una confusión cotidiana (Franz Kafka)

Un hecho cotidiano, del que resulta una confusión cotidiana. A tiene que cerrar un negocio con B en H. Se traslada a H para una entrevista preliminar. Tarda diez minutos en llegar y el mismo tiempo en volver, alardeando ante su familia por tal rapidez.

Al día siguiente vuelve a H para cerrar el trato.Como piensa que las discusiones le llevarán varias horas, A parte muy temprano por la mañana. Aunque  las circunstancias son similares a las del día anterior -por lo menos en opinión de A- esta vez le toma diez horas para llegar a H. Cuando llega esa noche, completamente exhausto, se le informa que B, preocupado por su tardanza, había partido al pueblo de A hacía media hora y que, seguramente, debían de haberse cruzado en el camino.

Le recomiendan que espere, pero A, en su ansiedad por el negocio, parte con dirección a su casa. Esta vez cubre la misma distancia en unos momentos, casi sin darse cuenta. Al llegar a su casa le dicen que B llegó temprano, inmediatamente después de su partida; es más, que se encontró con A a la salida y le recordó el negocio, contestandole A que no tenía tiempo para perder y debía partir de inmediato.
A pesar de este proceder increible de A, B sin embargo entró a la casa y lo esperó. Preguntó varias veces si había regresado, pero continuaba esperándolo en la habitación de A.

Con gran júbilo, por la oportunidad de hablar con B y explicarle lo sucedido, A sube escaleras arriba con gran prisa. Ya a punto de llegar tropieza, se dobla un tendón y casi a punto de desmayarse, incapaz de gritar -con sólo un quejido en la ocuridad-, oye a B, tal vez distante, tal vez cerca de él, que bajaba con furia las escaleras y se pierde para siempre.

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